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Creadores 2021 / El gran banquete y otros rituales de clausura

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CreArt Valladolid retomará este año la serie Creadores, y desde hace unos meses estamos trabajando en "El gran banquete y otros rituales de clausura", un proyecto curatorial de Juan Carlos Quindós que verá la luz en SME Francesas a partir del 11 de junio, con una selección de creadores locales + un artista invitado de la red CreArt elegido por convocatoria.

Preámbulo

"Creadores" ha sido una plataforma imprescindible para conocer durante estos últimos años la actividad artística contemporánea local, una oportunidad para varias generaciones de artistas de la ciudad de mostrar su trabajo en un espacio reconocido y cercano, como es la sala municipal de Las Francesas. Una de sus muchas virtudes era la de dar una visión caleidoscópica, rica, y muy extensa de artistas en el comienzo de sus carreras o en proceso de consolidación.

Para esta nueva edición de "Creadores 2021" queremos ensayar maneras distintas de poner en conjunto esa miscelánea de trabajos, reduciendo el número de artistas, pero ampliando su margen de maniobra y de producción específica para la muestra. Queremos que sea también una ocasión para generar un debate interno como grupo de trabajo, y que este diálogo se prolongue en la ciudadanía y en la activación de la muestra durante el tiempo de exhibición. Contamos en este proceso con la colaboración de artistas en plena madurez expresiva, la mayor parte participantes en otras ediciones de la muestra.

Nuestra intención como grupo sería investigar y poner en crisis los temas comunes sin perder de vista cierta potencia propositiva casi "primaria" en la intervención espacial, entendida como un organismo completo. Estos conceptos parten de una posición contextual, muy localizada en el carácter e historia del edifico a intervenir, pero que lanza inquietantes conexiones con la situación global post-2020, y que nos servirá de sustrato común para construir la madeja espacial única, híbrida y colectiva.

La inclusión de un artista europeo de la red Creart a través de una convocatoria abierta para intervenir el espacio del "Patio de las tabas" ayudará a abrir la intervención más allá de los muros de la sala y del ámbito local.

 

Memoria y contexto

El Convento de las Francesas (o de las Dominicas Franciscanas) fue creado en el siglo XV como una institución de rigurosa clausura por dos hermanas, María de Zúñiga y María de Fonseca, que cedieron su palacio y sus propios terrenos para su construcción, tomando hábito ellas mismas y siendo destino de clausura para una cierta élite social de nobleza y buenas familias. Fue por lo tanto un lugar de reclusión voluntaria a veces, forzosa muchas.

De aquel complejo monacal se conserva aún la Iglesia (una reforma del siglo XVII) como espacio expositivo municipal, y el claustro, embebido en un bloque de vivienda del siglo XX que denota claramente algunas de las paradojas y contradicciones entre espacio público y privado de la ciudad histórica contemporánea. Este "Patio de las tabas" es un ejercicio fascinante de tracería gótica calada proyectada por Fernando de Entrambasaguas, entre el organicismo y un estilo arcaizante y singular. Esta combinación de huesos de cordero embutidos en el pavimento y cantos rodados fue una tradición castellana que vemos ahora como un juego asombroso y macabro, un "adorno" que inmortalizó los usos y disfrutes culinarios de sus habitantes en un tapiz floral geométrico y funerario. Un ejemplo extrañísimo de colusión entre arquitectura y hueso, construcción y esqueleto.

No deja de ser curioso que este lugar, una verdadera "jaula del yo" para muchas personas durante siglos, manifieste de forma tan explícita en su cuerpo construido las trazas encapsuladas en el tiempo de los animales que les sirvieron como sustento. La tragedia de la cadena trófica, y la comedia del banquete dominical.

Nos encontramos en 2021 en una situación que resuena a convento de clausura, a monacato obligado, a cerrojazo vital. Ante ella, buscamos una salida íntima en el espacio cercano del núcleo familiar, en los pequeños resquicios del sistema y sus leyes, y en el refugio que siempre nos brinda el arte como lugar de libertad completa, al menos en el papel.

 

Nueva ritualidad

Y de aquella eufemística "nueva normalidad", esta disfemística "nueva ritualidad". Comer juntos alrededor de la mesa es ahora un acto peligroso, y por lo tanto más deseado y carnal que nunca. El espacio sacro por antonomasia, consagrado a la eucaristía del pan y el vino transubstanciados en cuerpo y sangre divina, será usado aquí como lugar de celebración pagana y comunitaria, sede para nuevos rituales. Y por muy desacralizada que esté la iglesia, iglesia se queda. Los procesos de desamortización generaron rotos en la lectura espacial de la ciudad antigua, párrafos descosidos del libro de la ciudad moderna y nuevos injertos de usos exóticos que a veces florecieron llenos de sentido. 

Imaginamos aquí un "artefacto" de ofrenda y celebración, una altar mundano formado por una gran mesa corrida repleta de objetos de culto bizarro, un banquete abigarrado de texturas y significados posiblemente algo gamberro y más dirigido a los sentidos que a los pensamientos. Esta celebración del arte, por muy profana y alejada del boato simbólico que sea en sus modos, no queremos desvincularla de una cierta sacralidad en su experiencia. Un momento para recuperar la transformación íntima del acto poético como ceremonia compartida, un humilde paréntesis local antes del "gran reseteo" mundial.  El orden monacal ha sido abolido.

 

Espina dorsal

Una instalación mixta de objetos ocupará la espina dorsal de la basílica, devolviendo el protagonismo y la mirada al espacio central de la iglesia y a su escala, en origen un mecanismo mediador entre el mundano "aquí-y-ahora" y el "allí-luego". El templo se impone y "suda" sus espíritus. Trabajar en este eje, en su columna vertebral, introduce además la noción de deambulatorio, de espacio alrededor del cual girar, que no deja de ser la función del cercano claustro, un recinto que servía de desahogo mental y físico dentro del estricto orden monacal interior. Dar vueltas una y otra vez, cada día.

Hay una lectura de género como punto de partida para pensarse y ponerse en el lugar de esas mujeres recluidas, o enjauladas, que durante siglos habitaron el espacio de esos muros. Es, como mínimo, de justicia poética. Las prácticas productivas y creativas que se realizaban en su interior, relacionadas sobre todo con lo culinario y la artesanía, pueden dar lugar a planteamientos donde cuestionar nuestra postura respecto al hedonismo frente a la disciplina carcelaria, y al ornamento y su "delito vanal" frente al peso grave del luto sacro.

Nos encontramos pese a todo con un lugar repleto de espacios negados a la mirada, y repleto de identidades negadas a la mirada. Un circuito "secreto", de uso exclusivo para las personas del convento, circunda el espacio central superior de la basílica: una colección de dispositivos delicados (y brutales) al servicio de un "vouayerismo" litúrgico y sensual. Al menos un privilegio de estas monjas era poder mirar sin ser vistas, una idea cada vez más atractiva en tiempos de fascismo y espionaje electrónico masivo.  "El gran banquete" propone recuperar ese juego de miradas cruzadas, una atmósfera en penumbra donde conseguir un "hermanamiento" que supere el proyecto individual. Un cadáver exquisito de genealogía difusa.

 

JUAN CARLOS QUINDÓS DE LA FUENTE

Arquitecto de formación, trabaja como fotógrafo profesional, documentado arquitectura, patrimonio y obras de arte para diversos Museos Nacionales españoles, y actualmente es profesor en la Escuela Superior de Diseño de Valladolid.

Sus intereses giran principalmente alrededor del espacio y la ciudad contemporánea desde una óptica multimedia y transversal. Su obra artística se mueve entre la fotografía, el videoarte, el arte sonoro y la instalación, y ha sido expuesta en Museo Patio Herreriano, La Casa Encendida, Museo Cerralbo, Laboratorio de las Artes de Valladolid y en galerías de arte como La Gran. Así mismo, desarrolla proyectos de vídeo y cine experimental como "Conclusión abierta" sobre Jorge Oteiza, y ha realizado muestras de "live-cinema" en el festival Sónar, en TedX y en el Museo Arqueológico de Palencia.

Como comisario ha realizado diversos proyectos expositivos, como la exposición Dual de CreArt "Horizonte de Eventos, experiencias sobre espacio y tiempo" en el Museo Patio Herreriano, una muestra sobre Val del Omar y Vicente Escuredo en Museo Nacional de Escultura de Valladolid, y muestras "pop-up" en la V-A-C Fundation y en el Museo de Arte Contemporáneo Ca´Pesaro, ambos en Venecia.

 

 

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